El otro día tuvimos sarao corporativo. Esto es, tras una intensa tarde de torneos varios y diversos, Brother D. y yo teníamos que presentarnos en el centro de la ciudad para una misa y su posterior cena. Mientras Brother D. acababa de ultimar unas cosas con la Santa Infancia, yo aproveché para vestirme de persona. Una vez maqueá, volví al centro a recoger a Brother D. y a ayudarle a ultimar sus cosas con la Santa Infancia.
En el tema vestuario, todo hay que decirlo, la Santa Infancia es de un agradecido que da gloria. A nada que te pongas te lo valoran un montón. Dado el carácter religioso del encuentro -adiós a las lentejuelas-, yo había optado por una sencilla camisa blanca local, pantalones negros y mis fabulosas DocMartens. Rancieta pero integrada, vamos.
Iba yo toda orgullosa con mis botas, porque hacía tiempo que no me las ponía, y este año por fin me he decidido a hacerles un sitio en la maleta, porque estoy firmemente convencida de que jamás pasarán de moda. El par de Martens que tengo ahora ha pisado varios continentes y, hace más de un lustro, me costaron la friolera de trece mil pesetazas.
El caso es que llego yo con mi camisica, mis pantalones apañaos y mis súper Martens, sintiendo nueva vida en mis pies, un andar más firme que recorría todo mi ser. Y la Santa Infancia que me dice que estoy ideal. Y yo que les digo que ni me toquen, que la camisa está recién lavada y todos sabemos que el color blanco en nuestro centro es un oxímoron en sí mismo.
Les gusta la camisa, les gustan los pantalones…¿y las botas?, pregunto subiéndome los pantalones para que puedan apreciar mejor la nítida limpieza de sus líneas, ¿no os gustan las botas?
_ Ye komata.
_ ¿?
_ Ye komata chama
Chama quiere decir zapato. Ye es un “de” posesivo. Komata quiere decir leproso. La Santa Infancia me informa simpáticamente de que en el Alert (el hospital del barrio) dan unos zapatos iguales idénticos -eso dicen ellos- a los leprosos en tratamiento. Aseguran que es la primera vez que ven que alguien que tiene diez dedos en los pies los lleva puestos así, por gusto. No acaban de entender mi ilusión por llevar zapatos de leprosa, pero lo respetan.
Y yo que pensaba que la Santa Infancia me había llamado ya de todo. Pero no, mira, leprosa todavía no me habían llamado. Seguro que a Sienna Miller tampoco se lo han llamado nunca.
Coñe, a mí me dicen eso y… creo que me pongo a contarme los dedos en el hipsoflauto… Y digo yo el sarao bien ¿no?
Como si te viera. Divina de la muerte con tus botazas en el áfrica a la par que indignada por el comentario de tus niños que por cierto…qué sabrán ellos de glamour! (Ay pobretes, ….)
Todavía tienes las martins?? De todas maneras mejor con Martins que con las zapatillas de Pull&Bear
Pues si no quieres parecer una miller cualquiera yo de ti, las dejaba en el balcón (no nos engañemos ahí no te las van a robar) y las usas de macetas. Al fín y al cabo dudo mucho que vaya a helar para serte útiles y por el barro… aprende a usar tacones
[…] Como los españoles residentes aquí somos más bien pocos, pues la Embajada nos invita a todos los saraos. Tengo que decir que los saraos de la Embajada Española en Addis presentan un curioso nivel de contraste: por un lado, los que trabajan en oficinas, vestidos como la Carrera Diplomática y los Másters en Cooperación al Desarrollo mandan; y por otro los pringadillos como yo, que se nos ve el cateterío a la legua, porque sólo tenemos unas deportivas para trabajar y las de vestir. Yo, personalmente, fui con mis botas de leprosa . Por supuesto, me las puse para ir a un sitio donde nadie habría dicho que eran de leprosa. […]