CABO CAÑAVERAL
No es fácil lanzar un cohete. Primero, hay que buscar el cohete. Aunque vivas en la NASA, eso no implica necesariamente que haya cohetes disponibles. Tienes que mirar cuánto va a costarte el cohete, porque no es plan de llegar a Marte y no tener dinero para volver.
La tripulación tiene que llegar puntual. Al estar la tripulación compuesta fundamentalmente por menores de edad y señoras que no podrían escribir su nombre ni aunque les fuera la vida en ello (no digamos leer un reloj o ponerse un despertador), informas a todos los implicados de que el cohete partirá con el amanecer, para llegar a Marte a buena hora y ser de los primeros en pisar el planeta. La tripulación te responde que hará lo que buenamente pueda para llegar a tiempo.
Y luego está la atención psicológica a los astronautas. De repente, al más joven de los astronautas, le da el pánico. No le gusta Marte. No le gustan los experimentos científicos. No quiere ir. El resto de la tripulación se contagia del pánico. El señor conductor de cohetes se impacienta mientras gran parte de la tripulación está llorando.
No es fácil lanzar un cohete. Es casi, casi tan difícil como llenar un minibus de gente enferma para ir al hospital.