CAMPEONES
A veces, la Santa Infancia se fabrica trofeos hechos con chapas de refresco prensadas. Se pasan varios días chafando las chapas con piedras, y luego las ensamblan hasta crear una copa. Y, cuando la acaban, se ponen a saltar y a cantar, como si realmente hubieran ganado algo importante. Recorren todo el patio celebrando su inexistente éxito y, por un momento, se creen ese mítico equipo de las películas de Disney en el que nadie confía, pero que al final gana todo (y más).
Hoy, no sé por qué, nos lo hemos creído todos, y hasta las maestras saltaban con los niños, gritando que habíamos ganado. Y nos daba un montón de alegría pensar que éramos campeones, a pesar de no haber competido. Pensar que habíamos vencido, antes siquiera de participar. Vivir sólo el triunfo. Sentirnos, por un minuto, los primeros del mundo. Los más mejores.