Nunca pedí ser jefa de nadie. Hay quien tiene aspiraciones, quien se siente empujado a altas responsabilidades. Yo no. A mí me encanta ser subordinada, obedecer, ser la empleada perfecta. Y eso se me nota. De hecho, mis actuales empleados me toman por el pito del sereno.
Ayer, sin ir más lejos, eran las ocho y, salvo las señoras de la cocina que empiezan a las siete, el resto de trabajadores estaba totalmente missing. Una limpiadora, una encargada de taller, tres profesoras, una enfermera, un chófer y un trabajador social. Todos llegaron con retraso. La mayoría alegaron la lluvia (increíble, pero aquí la lluvia es un motivo ampliamente aceptado para llegar tarde a trabajar). Sólo que empezó a llover a las ocho y cinco.
Lo mejor del caso es que, si yo les hago notar que me molesta profundamente que lleguen tarde, se rebotan y no me hablan el resto del día. Y entonces me angustio y me pongo a pensar que a lo mejor tendría que habérselo dicho de otra manera, o que, total, no es para tanto, llegar tarde cuatro de cada cinco días. Y, al final, casi, casi que les acabo pidiendo perdón.
Como se habrá entendido, soy alérgica a los enfrentamientos de cualquier tipo. Me paso la vida evitando confrontaciones. Pienso que a mí me causaría una profunda crisis que alguien me dijera que soy una vaga, y no puedo evitar pensar que este sentimiento es universal. En esta línea, intento evitar sufrimiento a las personas que trabajan conmigo. Y así, cuando ya van dos semanas en que la señora de la limpieza pasa de limpiarme la oficina, ¿qué hago?. Pues me cojo el trapo, la fregona y la escoba y la limpio yo. Como una reina. Y si el trabajador social se niega a hacer los reports que le corresponden, pues llego yo, y, cuando ya pasan quince días de la fecha en que debía haber entregado sus informes, se los hago y pongo su firma junto a la mía, para que los que lo supervisan no se den cuenta de que no los ha hecho él. Y luego aguanto sus quejas diciendo que me entrometo demasiado en su trabajo.
Soy una jefa terrible, lo sé. Ellos también lo saben.
Hola Kaktus, de parte de una total desconocida pero ferviente admiradora: no sé que tal serás como jefa, pero, por si te sirve de consuelo, creo que como escritora eres magnífica! Mucho ánimo y paciencia con tus colegas y un fuerte abrazo desde Madrid
Jaja, pues de ser cosa del agua del colegio, o de la colonia Chispas que todas llevabamos de pequeñas. Porque yo tambien soy una pesima jefa, jaja!!!! Y acabo cargando con trabajo que no es mío, porque nadie se enfade porque les digo lo que tienen que hacer….
yo también intento evitar las confrontaciones, pero me voy cargando y al final exploto y es peor… Siempre me digo q no debo dejarme llevar por la visceralidad, contar hasta 10 y pensar 3 veces lo que voy a decir y sobre todo, no acumular! decir las cosas conforme van pasando con la mayor naturalidad. A mi también me afecta si se mosquean, pero es que yo también me enfado y a la gente le resbala! Me digo siempre que hay que ser más profesional, q si me angustia lo q piensen de mí, es que estoy mezclando vida laboral con la vida personal. Tú también sabes cual es la solución, aunq sea ingrata… te animo a q tomes medidas, a la larga lo agradecerás. Gracias por contarnos tu experiencias!