M. tiene un vestido blanco de princesa. Realmente no es blanco, es color marfil, amarillento en algunas partes, pero no importa. A M. su vestido blanco de princesa se lo encontraron para la Pascua de hace tres años, y, como desde entonces ha crecido, pues le queda bastante canijo. El vestido es de raso muy fino y con los años se ha ido descosiendo. Lo que eran volantes ahora son jirones y la mayoría de las costuras conservan sólo algunas puntadas.
A M. le encanta su vestido blanco de princesa, y se lo pone todos los domingos. El domingo pasado llovió, y M. tiritaba dentro de su vestido agujereado. Daba bastante cosilla, así que le dí un bonito jersey y unos preciosos pantalones. Ella se los puso, y luego se puso encima lo que queda de su vestido blanco de princesa.
Y es que en la tierra de las hadas quebradas, los piratas sin barco y los príncipes con escudo de plástico, M. vive encantada con su vestido. Cuando cree que nadie la mira, gira sobre sí misma para ver moverse su vestido que, aunque no tiene mucho vuelo, pues algo sí le luce. Es lo que tiene la realeza, que con cuatro harapos van divinas.
M. es a sus siete años una princesa de pocas palabras, tal vez porque nadie nunca la ha escuchado. Por las tardes, cuando se va a su casa, la puedes ver caminando sola por las calles del barrio, absorta en algo que sólo ella ve, sin preocuparse de los jirones de vestido que se le quedan enganchados en las aliagas que han crecido con las lluvias.
La gente dice que M. no es normal. Yo creo que es mágica. Porque es una princesa. De S. también dicen que no es normal, y hoy también a ella la magia se le notaba un montón, porque ha venido con un resto de brillantina en una mejilla. A veces creo que somos todos elfos, hadas, duendes… seres mágicos de Mekanissa, hechos de berberé* y chika**.
M. tiene un vestido.
M. tiene un vestido blanco.
M. tiene un vestido blanco de princesa.
M. tiene un vestido blanco de princesa rota.
Berberé: Es la especia etíope por antonomasia, un polvo rojo hecho a base de chiles molidos y otras especias.
Chika: en amárico, es el barro que estos días llena las calles de nuestro barrio, Mekanissa
¡Esa pequeña me recuerda tanto a una niña que conocí en Addis hace más de un año! Escribí algo muy similar sobre ella hace tiempo, me encantaría que lo leyeras:
http://africaenelmundo.blogspot.com/2009/05/la-pequena-h.html
Enhorabuena por tu labor, la que haces allí y tu esfuerzo por difundirlo en el blog.
Claro que son princesas! Y tu su reina, yo te vi la corona aunque tu decías que era un pañuelo.
Me gustó mucho conoceros. Gracias
Alguien en un foro ha llamado «delicioso» a tu blog. Es un adjetivo muy acertado .
Sólo gracias ,por hacernos reír y llorar tan deliciosamente.
Tus palabras son poesía, porque tienen el poder de hacernos reír, llorar, sacudirnos. Gracias por compartirlas con nosotros