A veces engaño a la gente que nos da el dinero par criar a nuestra Santa Infancia. No es que yo me quede la pasta, no. Hacer eso de forma sostenible durante un tiempo lo suficientemente prolongado como para forrarme, requeriría de una inteligencia de la que, humildemente lo digo, no dispongo. Y que, si yo me pusiera a robar, la Santa Infancia me lo notaría a los cinco minutos. Finos son ellos.
Tampoco es que engañe, es que camuflo mis carencias. Porque a mí de vez en cuando vienen a hacerme auditorías, en la presunción de que servidora siempre tiene tiempo y ganas de hacer las cosas como deberían hacerse. Y mira, a veces sí. Pero a veces no. Y que yo, hasta hace algunos años, era periodista. Traducido del italiano llano, yo era una “buena para nada”. Que a qué viene todo esto, comenzarán a preguntarse ustedes. Pues viene a que, en ocasiones, cuando llegan estos señores a examinar mi precario sistema contable, pues no siempre las cosas están como deberían estar. Sí soy capaz de demostrar en qué nos hemos gastado la pasta, pero no tengo los informes todo lo aparentes que debiera. Y esto yo lo sé. Pero ellos, así, a bote pronto, no.
He desarrollado un sistema: primero les hago ver todo nuestro centro, con nuestros cienes de niños inmersos en cienes de actividades. El objetivo, realmente, no es enseñarles nuestro trabajo, sino indicarle sutilmente a la Santa Infancia que tenemos invitados. Luego, cuando ya están bastante impresionadillos, los paso a la oficina para enseñarles la parte contable. Y –aquí viene el truco-, dejo la puerta abierta. Sé fehacientemente que la Santa Infancia es incapaz de pasar delante de la oficina, ver la puerta abierta, y no intentar entrar. Y entonces, cuando ya les he enseñado nuestros registros -una cosa es maquillar nuestro nivel de competencia burocrática, y otra es negarse a rendir cuentas, que eso sí está feo-, y están a punto de hacerme todas esas preguntas que evidenciarán que me faltan al menos dos o tres sistemas de seguridad y control contables, la Santa Infancia empieza a entrar en la oficina, y empiezan a besar a estos señores, y a decir cosas divertidas. Y entonces, los señores contables se emocionan un montón, y dejan para luego la parte contable, y salen al patio y se hacen fotos con la Santa Infancia, que los quiere tanto (porque quieren a todo el mundo). Y así, entre besos, fotos y gracietas, pues se les olvida preguntarme si yo pido siempre tres presupuestos antes de cada compra, o si cada vez que el coche sale por la puerta obligo a quien lo conduce a rellenar un informe, y así no tengo que explicarles que yo ya sé que mi chófer se pasa la mitad del tiempo en distintas cafeterías, y que utilizó el coche sin mi permiso para mudarse de casa, y que para saber todas estas cosas, no me hace falta ningún formulario.
Los hay que, después de la turné, hasta me felicitan. Lo juro.
En el Africa tambien hay auditores?? Creo que les voy a pasar un enlace con tu post a mis queridas chicas del departamento de Calidad y Mediamiente de mi empresa, jaja!!!! Que en la utlima auditoria interna hemos tenido un pequeño rifi rafe, ellas quieren todo tipo de papeles y documentos varios de todos los pasos y yo mantengo mi postura de que lo importante es que el trabajo salga.
Gran alarde táctico.
Pues anda que a mí me ibas a colar esas carantoñas. Aunque también te digo que, me encantaría que mis clientes-contribuyentes fueran más cariñosos y no me insultaran. Total el recargo lo van a tener que pagar igual.
Sí. Soy mala. Y encima me pagan.
Pues eso no es nada. Espera a que lleguen a Addis las auditorías, cómo diría yo, ecológicas. Papel, recipiente de papel; plástico, recipicente del plástico; uñas de los pies, recipiente de las uñas de los pies… En fin, todo un mundo por descubrir.
«Yo hasta hace años era periodista»… Y lo sigues siendo. Y de las buenas. Nos cuentas lo pasa allí donde tu estas, y no copias lo que te dice ningún teletipo, no se si se llaman así esos aparatos, y ademas tengo las sensación de que las noticias malas, que seguro las hay, te las guardas. ¡Qué suerte tiene la Santa Infancia de tener allí esta periodista!