DIENTES, DIENTES
Hace ya algunos años, fuimos con un grupo de la Santa Infancia a la clínica de la Doctora, donde había una dentista israelí que se había comprometido a pasar consulta a una docena de nuestros niños así, por la jeta. De los niños, claro.
Nuestra Santa Infancia es verdad que cuando más se lucen es cuando los sacamos de casa (y del barrio). Así, vinieron todos repulidos a la visita con la doctora israelí y esta chica se emocionó ya un bastante cuando le expliqué que no es que todos los días vengan con chándales con brillos plateados, sino que los brillos eran fruto de la impresión de acudir a un dentista de verdad.
Al final de las consultas, tras una breve deliberación con la Santa Infancia, decidimos pagar a la doctora. Como la cosa no iba de dinero, la Santa Infancia le pagó con la historia de la versión local del Ratón Pérez.
Aquí lo que hay no es un ratón, sino un pájaro. El pájaro no tiene nombre y sólo se llama así, Pájaro. Pájaro tiene el pico lleno de dientes preciosos. El pico es grande, largo y dentudo. Así, cuando se te cae un diente, tienes que tirarlo encima de un tejado para que Pájaro pueda venir a buscarlo. Pájaro se lleva tu diente, y ¿qué te da a cambio? Pues un diente nuevo directamente de su pico, y vas que te matas. Después de la historia, la dentista de Israel se enterneció tanto que nos saturó de cepillos de dientes, tubos de pasta con las etiquetas escritas en hebreo y enjuagues bucales.
Como la Santa Infancia tiene los tejados de las casas algo destartalados, normalmente tiran los dientes en los tejados del centro para asegurarse de que Pájaro vendrá a buscarlos y les dará dientes nuevos y bonitos (dientes retornables, vaya). Así, te vienen a buscar en mitad de reuniones sobre reasignamientos de presupuesto con unas ansias tremendas porque se les ha caído un diente. Y tienes que dejar la reunión, abrir una de las clases, y cantar con ellos una cancioncilla que básicamente dice “Pájaro, Pájaro, llévate mi diente y tráeme un nuevo”. Y luego tiras el diente. Es mejor que lo tires tú, porque así se queda más lejos. Y da menos asco, porque no hay nada que dé más bajón que abrir la ventana de una clase y encontrarte cinco dientes justo en el alféizar. Y luego, con el diente correctamente posicionado en el tejado, te vuelves a tus reasignaciones de presupuesto con formatos Excel para rellenar, mientras las personas Excel te miran un poco raro porque ellos no creen en Pájaro. Peor para ellos, que Pájaro no les dará dientes nuevos.
P.D: Según mis investigaciones, Pájaro no vuela en toda Etiopía, sino sólo en ciertas regiones como Wello.