VUELTA AL KARMA
Hace ya algunas semanas, en este post, comenté que una de las cosas que no me gustan de Etiopía es el racismo. En este retorno de karma sin fin que es mi vida, la semana pasada, me enteré de una cosa sobre la concepción que los etíopes tienen de España que me dejó muerta: nos consideran un país extremadamente racista. No un poquitín racista. Un mucho racista.
Por casualidades de la vida, he mantenido en los últimos días varias conversaciones “Where are you from?” En este punto de mi vida, considero que nada bueno puede salir de una conversación que comienza así. Digamos que, después de quinientas cincuenta y dos veces, la frase de marras pierde su encanto como lo que los americanos llaman “pick-up line” y que en español se diría “pregunta idiota para ligar”. Yo la veo como el equivalente local del “estudias o trabajas”. En mis tiempos. Ahora, visto que nadie trabaja, supongo que ya no se usará tanto en los bares españoles de madrugada, porque es meterse en terreno escabroso. Supongo.
A lo que iba, en los últimos días, cuando respondo que soy española, la gente me suelta “oh, ahí hay mucho racismo”. Lo comenté con una amiga mía, profesora de instituto, y ella se animó a preguntar a sus alumnos cuáles consideraban que eran los países más racistas del mundo mundial. Respuesta: Estados Unidos y España.
Que por qué. Pues muy fácil. ¿Ustedes se acuerdan de que, en algún momento entre 2005-2006, en diversos partidos de fútbol, Samuel Eto’o sufrió la humillación de que lo llamaran “mono”? ¿Que se les ha olvidado? Pues a los etíopes no. Y, como España es fútbol, y el fútbol es racista, pues España es racista.
Endevé. Y lo peor es que seguramente tienen razón. Eso justificaría que el hecho de que en ese ambiente haya quien se comporte civilizadamente nos sorprenda tanto que nos pongamos a darles premios a mansalva. Si yo tuviera mi cuenta económica tan bien surtida, creo que podría ser mucho más dulce y agradable. Todo sería probar, ¿no?