Querría que ya estuvieras en casa. Te pienso. Te pienso como jamás he pensado en nadie. Con una intensidad que me sorprende, me emociona y me asusta.
Oigo caerse algo, y me gustaría que lo hubieras tirado tú. Cuando se abre una puerta, querría que entraras tú. Cuando alguien me llama, ojalá, ojalá que fueras tú.
Cada noche, un rosario de llamadas, cómo estás, sabes algo, novedades… He preparado tanto la comunidad en la que crecerás que ahora tengo todo perfecto, y sólo faltas tú. Veo en este increíble círculo lo único positivo de esta espera. Gente que se acuerda, que se ofrece, que me apoya, me manda chistes por whatsapp y me abraza cuando esperarte sentada es, simplemente, demasiado para mí sola. Algunos rezan por nosotras. Rezo yo también a mi Dios, tratando de recuperar esa fe simple y sin fisuras de los niños pequeños, que no se plantean jamás que ese Dios pueda no escucharles o, sencillamente, tener otros planes. Rezo sin escuchar, con la esperanza de que me sea dado aquello que he pedido. El vacío en mi cabeza no da para más.
La Santa Infancia, brother House y alguna otra gente llevan con paciencia mis olvidos, mis ausencias físicas y mentales. Vengo a trabajar con la ilusión de siempre, pero sin un gramo de talento o concentración (destalentada, se dice en mi tierra), Increíblemente, y sin yo darme cuenta, a mi alrededor se ha tejido una red invisible que me acuna y, en la medida de lo posible, me protege del mundo y de mí misma.
Veo tu cara en todos mis niños, sobre todo en H. Y me duele que os parezcáis tanto. Tiene tus ojos, tus largas pestañas. Recientemente se pegó el morrazo de su vida y se rompió el brazo. En estos días de hospitales, miro a su madre, y pienso que la tuya, en caso de seguir viva, se parecerá a ella. Una señora que llora mucho. Una señora bastante más joven que yo. Una señora asustada que se queda a veces parada en los pasillos del hospital, como los conejillos delante de los faros nocturnos de los coches. Y, en su angustia, la envidio. No lo sabe, no se lo creería jamás, pero es más afortunada que yo. Tiene a H. Yo, a ti, te pienso, te siento, te espero. Pero, por el momento, no te tengo.
Llegará.
Está en estado de buena esperanza 🙂
Mucha suerte y más paciencia.
Querida Kactus: cómo no van a estar todos acunandote y mimándote tanto como mereces?. Tu estás siempre ahí para toda tu Santa infancia y todo el bien y el cariño que das eso vuelve a ti. Recibe esa muestras de cariño y todos nuestros buenos deseos para que tu espera sea más dulce y llevadera. En nada la tendrás en tus brazos!! Un abrazo
Mucho ánimo, llegará y será tan maravilloso que olvidarás esta eterna espera. Desaparecerá el estado de ansiedad permanente y te sumirás en una felicidad inimaginable y ya nada será igual, todo será más dificil pero mucho mejor. Un abrazo muy grande.
Te sigo desde hace mucho y me emocionas con muchas de tus entradas, gracias por hacerme sentir un poco más cerca de ahi, la tierra que vio nacer a mis hijos.
llegará… aunque te parezca eterno y, entones… ¡no tendrás tiempo para acordarte de la espera!
rezamos por vosotras.
Ojalá se cumplan tus deseos muy pronto, destalentada deluxe.
Te lo mereces.
Esa niña es muy afortunada.
Ya te queda poquito… mucho animo, mucha paciencia… todo merecerá la pena cuando, por fin, esteis juntas, abrazadas… Besos!
¡Ay!, cómo recuerdo este período en el que ya me sentía madre… pero todavía no tenía hijos. Cuando todo lo que hacía, lo hacía imaginándome lo mismo, con mi hijo, o hija, podía ser cualquier cosa, a mi lado…
No, no olvidarás la espera. Yo no la he olvidado (y cuando leo a gente que está en esa espera, me vuelve de golpe). Pero tendrá otro peso.
Ánimo, que estás a un pasico. Nosotros también nos acordamos de vosotras, como dices tú «os pensamos», al igual que tú también tú te acordabas y escribiste en este blog sobre J («la niña demasiado pequeña para este mundo»). Verás como a vosotras también os va a ir todo estupendamente.
Espero vernos la próxima vez por el coso a la niña más afortunada de Etiopía y a ti.
Este tiempo de la espera final es horrible, me preguntaba cuántas horas tiene un día? Ánimo, estás llegando a la meta y el objetivo merece todo este sacrificio. Disfruta de esta angustia porque no hay nada parecido. Un abrazo y gracias por acercarnos un trocito de Etiopía.
Tarike, todo esto «debería» ser de otra manera pero creo que todas y todas hemos recorrido este camino con parecidas sensaciones. Y creo que son pueden llegar a ser útiles. Se quedará contigo para el resto de tu vida. Y ciertamente no olvidarás ni el antes ni el después del encuentro. Día a día. Paso a paso, Está más cerca de tí…
Queridísima amiga, con la descripción de tus sensaciones has descrito a la perfección a todas y cada una de las madres que hemos pasado por esa espera/desespera, donde el tiempo cambia de dimensión y ya nada, excepto la necesidad incluso física de tener contigo a tu hijo/a, tiene sentido.
No olvidarás este período, ni te lo deseo porque forma parte del proceso de convertirte en madre de esa criatura que será tu hija.
Sólo quiero enviarte un abrazo enorme (multiplicado x 4), decirte que te pensamos y que en la distancia compartimos contigo la desesperación que te envuelve. No veo la hora de volver a visitarte y verte feliz multiplicada x 2.
Rosi & family
«adoption pains» que le llaman… Pero es ese dulce dolor que se siente cuando se ama a un hijo, duele profundamente pero uno no lo cambiaria por nada del mundo!
¡Dios mío Kaktus! ¿Cómo puedes describir tan bien mis sentimientos? Me siento hermanado a tí en la distancia y en el tiempo. Ya me queda lejano ese dolor pero algo en tu escrito me ha removido las cicatrices que dejó.