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Posts Tagged ‘Amárico’

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Abr 30

COLE

He ido hoy a buscar las notas al cole de mi Nena. Sí, a mi Nena la califican. Numericamente. Y le hacen exámenes. Y tiene tres cuadernos: uno para inglés, otro para amárico y otro para matemáticas.

La cartilla de notas estaba bastante bien: en teoría tendrían que evaluar aptitudes como el compartir juguetes, la concentración, la memoria, la capacidad de seguir instrucciones… sólo que en todas esas casillas las maestras pusieron el mismo número. Un número basado únicamente en la capacidad de leer y escribir de mi Nena, que en este momento es nula. Y así, nos han cascado un 50 sobre 100 en todas las “materias”, menos en deporte, que le han puesto 100, y en “honestidad”, que también les han puesto 100 a todos los niños. Creo que puede ayudar a entender la situación el contar que mi Nena tiene tres años y medio, que hace el equivalente a Primero de Infantil, y que creo que fue la niña con las notas más bajas de toda la clase (los demás tenían entre 70 y 90). Los cuadernos se notaba descaradamente que se los rellenan las maestras. Mi Nena no podría dibujar un “8” ni borracha. Tampoco sé por qué se los rellenan: yo ya sé que no sabe escribir.

Y este es el quid de la questión: quiero decir, yo no me preocupo. Me limito a pensar que mi Nena no está echa para el sistema educativo infantil etíope (o viceversa), que es todavía pronto para saber leer y escribir, y que los demás niños son algo más mayores que ella (algunos hasta dos años más mayores que ella, aquí cada quien empieza Infantil cuando se acuerda de empezarlo). Pero, dando vueltas al tema, me veo un poco como esas madres que mantienen contra viento y marea que sus hijos son normales, que sólo necesitan tiempo… y luego al final se encuentran con un marrón enorme porque el niño realmente tenía problemas y no se buscó la ayuda a tiempo. Aparte de que ignorar todo lo que me dicen en la escuela –básicamente que la niña se porta/reprime mega bien, juega normalmente, canta como un ruiseñor, pero no es capaz de hacer ningún ejercicio escrito- me parece un poco heavy. Quiero decir: si no tomo en cuenta nada de lo que me dicen las maestras, ¿por qué la mando al cole? Por socializar, me repito. Para que juegue, me repito. Según las maestras tendría que trabajar con ella en casa por lo menos una hora todas las tardes. Ya he dicho que tiene tres años y medio. Pasamos una hora todas las tardes en los columpios, y no sé si está dispuesta a cambiar columpios o juegos en la calle en el barrio por una hora de desarrollo de destrezas escritas. En el hipotético caso de que yo realmente fuera capaz de enseñarle destrezas escritas. O de que ese tipo de enseñanza se llamara “destrezas escritas”, que creo que me lo he inventado.

Y en el fondo me preocupa, porque no es que vea a la Nena “un poquitín” por detrás. Es que está a años luz de alcanzar el nivel que piden. Cuando le preguntas si sabe escribir, te responde “sí, sé escribir el cero”. Y te casca un cero que es un gozo. En los días inspirados, le dibuja rayos y lo convierte en un sol.

Y tampoco es tan indiferente a mi preocupación el hecho de que las niñas de mis Señoras Vulnerables analfabetas sí han sacado 80s y 90s. Y la Nena de la frenji… la última de la clase. Con Einstein, me consuelo, mientras rezo para que niña, al menos me aprenda cinco letras en amárico de aquí a final de curso. Así sólo le quedarán doscientas sesenta para el año que viene.

 

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Feb 02

TRIBUS ETÍOPES: LAS TIGGISTS

Hay gente que nació para llamarse Tiggist. Niñas. Y mujeres.

Tiggist quiere decir “paciencia” y, como ya dije hace tiempo, es un nombre extremadamente común. En ciertos sectores.

Las Tiggist suelen ser gente nacida en el campo. En la ciudad nadie llamaría a su hija Tiggist. Rara vez son hijas únicas. Lo más normal es que sean la quinta o la cuarta de una fila de siete u ocho hijos. Cuando se te acaban las ideas, pues le pones Tiggist. De pequeñas son niñas tranquilas, que te las puedes llevar a cualquier sitio y ni te enteras de que están. A lo mejor porque pasan su vida sin que nadie se entere de que están. Las crían hermanos y hermanas, con la ayuda de madres normalmente analfabetas y profundamente ignorantes. Así, las Tiggist cuando crecen, a lo mejor sí aprenden a leer y escribir, pero el poso de ignorancia se lo quedan de por vida.

La Tiggist estándar suele ser mujer de pocas luces y menos energía. La Tiggist media hace lo justo y necesario para sobrevivir. Suelen ser seres anodinos que, con el tiempo, desaparecen de tu memoria o intercambian caras e historias en tu recuerdo. Conoces tantas que te lías, y ya no te acuerdas quién era la señora de la limpieza y quién la madre de varios de la Santa Infancia. Porque las Tiggist rara vez escapan a su destino. Suelen perpetuar roles: casarse con un marido no elegido, parir hijos así como hacen todo… con desgana y un poco porque es lo que toca.

Las más despiertas, en cuanto pueden, se cambian el nombre, y se ponen Yordanos o Selamawit. Y a veces realmente consiguen ser Yordanos o Selamawit: gente de ciudad, con posibles, despiertas, activas. Si se quedan con Tiggist, suelen embarazarse a los 18 a más tardar y perpetúan los roles de aquella madre que un día, porque ya se había quedado sin ideas, las llamó Tiggist. O Addisé. O Abeba.

La parte positiva es que en Etiopía los niños nunca se llaman como los padres, por lo que es poco probabe que una madre Tiggist le ponga a su hija Tiggist. Y que a poco que pienses un poco el nombre, se te ocurren cosas más bonitas. Y que, por suerte, cada vez hay menos mujeres que tienen más de cinco hijos. En ciertos sectores.

En mi trabajo actual, una de los miembros del staff se llama Tiggist. Cuando me la presentaron, le pregunté a mi colega si era una Tiggist de manual. Después de mi explicación sucinta de lo que era un Tiggist de manual, mi colega me confirmó que nuestra trabajadora era eso: una Tiggist. Sin muchas luces. Sin mucha maldad, tampoco. Pocas picardías. Pocos sueños. Anodina. Gris en esta Etiopía aranguadi-bicha-key (verde-amarillo-rojo).

P.D: Espero que nadie se ofenda porque su hija o su esposa/compañera o su madre se llaman Tiggist. Me encantan los tópicos. Este es sólo otro más. También les digo que nada me alegra más que encontrar una Tiggist meando fuera del tiesto con los cinco sentidos alerta… sólo que por el momento no me ha pasado nunca.

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Jul 01

MALENTENDIDO

Hay una palabra que en amárico suena más o menos “akefechilign”. Mi Santa Infancia de la guarde la pronunciaba continuamente mientras alzaban los brazos en dirección a mí. Sabiendo por el sonido que era un imperativo en el que me solicitaban que hiciera algo por ellos, siempre lo traduje como “cójeme en brazos”.

Hace poco, un día tenía a la Nena en brazos, y alguien utilizó de nuevo una versión de esa palabra, cambiando persona: yo tenía que hacer eso a la Nena. “Ya la tengo en brazos”, respondí. La persona me sacó de mi error: no me pedían que les cogiera en brazos.

Me pedían que los abrazara.

Ocho años, y todavía no me entero de la mitad.

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Dic 20

LA NENA Y LAS LENGUAS

La Santa Infancia me la ha jugado. A traición y por la espalda.

Comenzaré el relato de mis cuitas diciendo que uno de los “puntos calientes” en mi recién estrenada maternidad son las lenguas. Los idiomas. Desde hace ocho años, mi vida profesional y personal se desarrolla en amárico, inglés e italiano. Prácticamente nunca en español. De hecho, cuando hablo en español, sobre todo al incio de mis vacaciones, cometo errores de guiri que constituyen siempre fuente de solaz y regocijo para mis amistades (algunas son algo crueles).

Obviamente, yo quiero que la Nena hable español como lengua materna. El nombre lo indica: lengua materna. De su madre. Mía. La estrategia más obvia, como se imaginarán, es hablarle siempre en español. Y allí estoy, que parezco una radio. Cuando me quedo sin conversación, le canto. He escuchado los Cantajuegos (soy una madre documentada), y, como no puedo evitar imaginarme el grupo de adultos lobotomizados cantando esas canciones, pues me dan bastante vergüenza ajena. Yo también escuchaba canciones infantiles de pequeña, pero entonces carecía de mi capacidad actual de análisis y crítica social. Como la Nena prefiere el organillo y el tambor, también le parecen sosos a ella. Así, entre libros y canciones (y Pocoyó) estamos con la granja y las partes del cuerpo. Empecé con la granja, pero es que luego me dí cuenta que la Nena no ha viso un cerdo o un pato en los días de su vida y le cuesta identificar el sonido con la imagen del cerdo o el pato. Vamos, no sabe lo que es un cerdo ni un pato y punto. Como brazos y piernas los tenemos más a mano, pues hemos cambiado lección.

El caso es que hace unos días, la Nena pronunció su primera palabra. Ulet. Quiere decir “dos”. En amárico. Cachis.

Investigando los orígenes de tan extraña elección, me dí cuenta de que cuando la Santa Infancia la ayuda a caminar le repiten and, ulet, and, ulet (uno, dos, uno, dos…) Y así, la Nena pasa siete kilos de la cargante de su madre y sabe decir ulet.

Inmune al desaliento, he tomado medidas. En menos de dos días, toda la Santa Infancia sabe ya decir “uno, dos”. Y ay de áquel que ose pronunciar en amárico los números mientras mi vástaga da sus primeros pasos.

Lo de los idiomas es una cosa que a la Santa Infancia le intriga bastante. Dan por supuesto que la vinculación burocrática con mi vástaga desencadena de forma inmediata y automática una capacidad especial en la Nena para hablar el español. Yo conozco niños de tres años que, puestos en la misma tesitura, hablan con fluidez tres idiomas. También conozco otros niños de tres años que, ante el caos de lenguas, acaban ladrando cuando se enfadan, o mezclando la estructura del amárico con el español (me “agusta” en vez de “no me gusta”, porque los verbos en amárico hacen el negativo poniendo una a delante).

A veces pienso que, si todo va bien, la Nena empezará a hablar sánscrito a los doce años. Antes de esa fecha, no pienso preocuparme.

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Nov 21

DOCTOR, DOCTOR

El pueblo etíope tiene una relación cuando menos curiosa con sus propios cuerpos. Si alguno de nuestros lectores ha tenido la oportunidad de trabajar en el ámbito sanitario etíope, seguro que recuerdan con cariño algunas de estas expresiones:

. “Me he roto un brazo”. Cuando se caen, siempre se rompen cosas. No dicen “me he dado un golpe en el brazo”, sino “me he roto el brazo”. Esto, los primeros días, te asusta un mucho, hasta que aprendes a hacer las preguntas adecuadas: “¿te has roto el hueso?”, y entonces ya te dicen que no, que el hueso lo tienen bien. Y les das su pomadita para golpes y a correr.

. “Se me ha caído el corazón”. Esta es súper común. Se llevan un jaleo con el corazón que no hay quién lo entienda: que si se les cae, que si se les cansa, que si les tiembla…. Factores a tener en cuenta:

  1. Consideran corazón a todo lo que es el pecho
  2. En la mayoría de los casos es gastristis (acidez). Es lo que tiene desayunar berberé, que a los cinco años ya sabes lo que es el Pepto Bismol.
  3. Cuando no es acidez, quiere decir que sienten que el corazón les late más fuerte de lo normal lo que, sobre todo en niños, puede ser síntoma de fiebre.

. “La garganta no me deja comer injeera”. Y entonces tú les preguntas: “¿te duele?”, y ellos te repiten “no me deja comer injeera”. Tú, que eres avispada, ya has entendido que es un modo de decir “me duele la garganta”. Sólo que vinculado a la máxima utilidad de la garganta, que es la deglución de injeera.

. Bichos mil: La palabra “awre” quiere decir bicho o animal salvaje. Esto aplica lo mismo para un ogro que para una araña. Cuando oyen ruidos que no saben de dónde vienen, pues los hace un awre. Ejemplo: “se me ha metido un awre en el oído”. Y tú te quedas muerta, pensando “pues a ver cómo lo sacamos…”. Pero no. Es que oyen ruidos. Lo más divertido es pedirles que te reproduzcan los ruidos que hace el animal. Reproducirán como un vientecillo silbante la mar de gracioso. Traducción: tímpano agujereado. Si el awre habla cosas concretas, preocúpate porque NO es el tímpano.

A veces el awre puede entrarles en el cuerpo e instalarse cómodamente a vivir en el corazón. Suele provocarles ardor de estómago.

. “Me duele el riñón”. Esto es una declaración que, al menos yo, había oído normalmente a personas mayores. Aquí te lo dicen hasta los niños de cuatro años. Te llega un mico de Primero de Guardería y te salta “me duele el riñón”. Cágate. El riñón. Tienen una conciencia de sus órganos internos que no es normal. Lo del riñón puede ser de todo, desde flato hasta gases, pasando por dolor de espalda. Normalmente, no es el riñón. Y cuando sí es el riñón, tú eres la que se da cuenta de que olvidaron mencionarte que mean marrón intenso y que tienen los tobillos inflados como botijos. Entonces no se les ocurre que pueda ser el riñón.

. Vida interior. Etiopía es el paraíso de los parásitos intestinales. Servidora, cuando recibe la visita de estos inquilinos, se ve obligada a cambiar radicalmente sus prioridades, convirtiéndose el “no cagarse encima” en el objetivo general de la jornada. Los etíopes, que tienen más callo, pueden hacer vida normal en compañía de amebas, giardias y solitarias.

Lo más llamativo es la multitud de teorías sobre el origen de las lombrices. Según mi Santa Infancia, las lombrices te las pillas:

. por comer plátanos (por los hilos, que tienen la misma forma)

. por comer wot hecho de patatas y zanahorias (no sé por qué, porque está cocinado)

. por tomar demasiada azúcar (yo esto también lo he oído de pequeña. Desconozco si el azúcar reactiva los parásitos o no)

Lo más curioso es que ninguno relaciona las lombrices con su verdadera causa, que sería el comerse la mierda propia y/o ajena. Cuando se lo explico, normalmente me responden sucintamente: “No. Estás equivocada”.

Esto me pasa mucho. Los awres sólo les entran a los abeshá, por eso los frenjis no sabemos lo que son. Yo soy una persona despiadada, por lo tanto no tengo corazón que recoger cuando se me cae. Así es la vida.

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Mar 14

ANIMALICOS

Hace ya unos años traté de hacer un juego con los pequeños de la Santa Infancia. La dinámica era bastante sencilla: uno se ponía en el medio del corro, imitaba a un animal, y los demás lo tenían que adivinar. Como mi Santa Infancia a veces es un poco cortita de entendederas, pues empecé yo poniéndome en el centro, para dar ejemplo. Con mi mejor voluntad, me puse a cuatro patas y empecé:
_ ¡Muuu!, ¡muuu!– mientras pensaba “tener estudios pa’ esto”
Por si la humillación no fuera ya bastante, la Santa Infancia no conseguía adivinar el animal que yo estaba representando, y me miraban con cara de “ya está. El día ha llegado. Se ha vuelto loca”. Después de cinco minutos mugiendo desesperadamente, me levanté y les comuniqué que el animal que yo intentaba representar era la vaca. Una simple vaca, coño.
_ Aaahhh… es que lo estabas haciendo mal– me repusieron
_ ¿…?– nunca se me había ocurrido que se pudiera errar en el imitar a una vaca
_ Las vacas hacen embuá, embuá– y todos se pusieron a hacer embuá.
Tras haber experimentado en mis propias carnes este episodio de desencuentro cultural, como soy una persona curiosa me documenté sobre el particular. Así, en el libro de ciencias de Primero de Primaria encontré que:
. el gallo no hace kikirikí, que hace kukulukú
. el burro no hace ia, ia, sino hi, hi, hi
. la oveja ni hace be, sino ba
. los pollos no hacen pío. Hacen pí. Y basta.
Y luego habrá quien hable de globalización. Si ni siquiera las bestezuelas se ponen de acuerdo…

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Mar 10

Boquita de Piñón

La Santa Infancia tiene un punto de oscuridad caracterial que resulta bastante inquietante. Por otro lado, es verdad que siempre decimos que nuestro centro es como una gran familia, y, en esta línea, resulta bastante gratificante ver cómo nuestros pupilos se insultan y se pegan como buenos hermanos. Y así, fruto de mis largas horas de recreo, hoy les traigo un elenco de lo más granado en lo que a insultos y exabruptos en amárico se refiere.
. Balegué: Yo lo traduzco como desgraciado. Es un insulto bastante insultante, que lo llevan siempre colgando del labio. Vamos, que les sale muy espontáneo, muy natural. Como un yogur con bífidus activo. Pero con afrenta.
. Moñ: Éste es más suave. Quiere decir “tonto”. Una cosa que digo mucho y que la Santa Infancia identifica como una muletilla mía, es “ye moñoch buden, sefi neu”, que quiere decir “el equipo de los tontos es amplio”. Así, les doy a entender que yo los quiero a todos por igual, en toda su tontería.
. Wusa: Perro. Muy común. Y muy feo.
. Yekomata liy: Literalmente, “hijo de leproso”. Resulta bastante extraño lo frecuentemente que lo usan, teniendo en cuenta que un porcentaje bastante significativo de ellos son, efectivamente, hijos de leprosos. Yo pensaba que era un modo de autoafirmarse, pero no. Es un improperio. Aunque seas hijo de leproso.
También se usa komata (leproso), sin la precisión de ser “hijo de”.
. Chekañ: Cruel. En amárico también queda bastante fino, por lo que no lo usan mucho.
. Afer bela/ Afer Bey / Afer belú: Literalmente “come (o comed) tierra”. Sería un “vete a tomar por culo”, pero interculturado.
. Men agebah/ Men agebash: Literalmente, “¿qué tienes tú que ver?”. Traducido y adaptado: “¿a tí qué coño te importa?” Pues eso, que no es asunto tuyo y ya. Pero no es bonito que te lo digan así.
. Gurreña: Creído, macarra, chulo pera.
. Dedeb: Estúpido, no inteligente.
. Kofo: Cabeza hueca.
Y hasta aquí los más normales que entiendo yo. Paso a la parte gore, recabada ex profeso para este post entre mis informantes:
. Enat tibeda: Mecagüentuputamadre. O al menos así lo traduzco yo. La Santa Infancia me ha dicho que quiere decir “mother fucker”. Dí que sí.
. Shale, buda o shermuta: Ambas tres puta, ramera y/o zorra. Con saña.

Y ya, que se me está poniendo mal cuerpo. Lógicamente hay más, pero no los conozco. Ni ganas, mire usted.

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Oct 22

ESPAÑOL PARA PRINCIPIANTES

Cuando A. y M. eran pequeños y todavía se sometían ciegamente a los dictados de mi voluntad, me pidieron que les enseñara algunas nociones útiles de español. Comenzamos por lo básico, con conversaciones de dos frases, en las que yo les preguntaba:
_ ¿Men tefelegalachu? (¿qué queréis?)
Y ellos me contestaban al unísono, levantando el puño:
_ ¡Kalimocho!
A la misma pregunta, también sabían responder:
_ ¡Dog cañas!- así, con acento madrileño, por si, llegado el caso, no les gustara el kalimotxo.
De ahí pasamos a frases divididas en dos partes, que yo comenzaba y el uno o el otro completaban:
_ Soy un…
_ ¡fiera!

_Estamos como unas…
_ ¡maracas!

M., además, aprendió por su cuenta a decir “M., me tienes hasta las narices”, que era una cosa que ocasionalmente se me escapaba. Era gracioso, porque pronunciaba “narises” y quedaba bastante latinoamericano.

Este verano, como hubo varios españoles rondando por aquí, me pidieron que les enseñara algo nuevo. Y así lo hice. Siguiendo la misma estructura, yo comienzo:
_ ¡Españoles!
Y ellos completan:
_ ¡Franco ha muerto!

Nos lo pasamos chicha.

P.D: Gracias por las felicitaciones. Y por los poemas. Y por leerme. Gracias.

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Jun 24

GOBIÑOCH

    La semana pasada, aprovechando que estaba descojoná del cansancio, me tomé cinco días libres, así por la fly, y me fui de turisteo. Como por circunstancias de la vida cotidiana estaba sin pasaporte, elegí un destino al que se pudiera llegar por tierra sin estar más de un día en el transport. La fortuna calló sobre Harar, ciudad tenida como el exponente de la cultura musulmana en Etiopía.

    A mí, como no vivo allí, el gueter me encanta. Y, para qué engañarnos, me fascina hacer la frenji de vez en cuando. Con mi Lonely Planet incluida y tó. Y así partí con mi mejor humor, rumbo al gueter musulmán.

    Puestos a viajar en transport, el Selam Bus es definitivamente la mejor opción. Es una compañía que parte de Addis Abeba con destino a las principales ciudades etíopes, con autobuses con estándares europeos (de hace diez años, pero europeos al fin y al cabo). Te dan una cocacolilla a las dos horas de trayecto y, lo más importante, paran a mear cuando la gente lo necesita. Te paran en mitad de la nada, y los hombres van hacia un lado de la carretera y las mujeres hacia el otro. Muy organizao. Inconvenientes (nunca todo el monte es orégano): ponen música a todo volumen durante todo el trayecto. Después de once horas de música etíope, de haber sido presidenta, no hubiera dudado en abolir el uso del organillo en todo el país. Nauseas me daba.

    Harar es una de esas ciudades con encanto. Hay que saber verlo, eso sí. Tiene el encanto de lo que fue y ya no es, de un tiempo pasado en el que el comercio florecía en sus calles, antes de que el trazado del ferrocarril la dejara fuera de juego en favor de Dire Dawa (que tampoco es que sea New York, todo hay que decirlo).

    La casa-museo del protector de Rimbaud, que recuerda la vida del poeta en la ciudad, es, sin lugar a dudas, lo mejor del viaje. Aquí os pongo la fachada:

Etipopia | Gobinoch | Viaje

    Nosotros nos alojamos en el Belaineh Hotel, pegadico a los muros de la ciudad vieja. El hotel en sí era bastante apañao, dentro de que la frase más escuchada en la ciudad es “mebrat yellem” y “wuha yellem” (no hay luz, no hay agua). Como sitios para comer, recomiendo el Fresh Touch (en la parte nueva, en la calle principal, al que van todos los turistas, pero que no es muy caro) y el Hirut Restaurant, al que se llega por la calle que sale a la derecha de la iglesia ortodoxa (Selassie, creo que era) y que, además de bastante apañao…¡tiene generador! (y, hermana, eso es un plus muy plus en Harar).

    De mi breve estancia en Harar saqué la impresión de que yo hubiera podido ser una persona bastante popular allí, vista la sorpresa que causaba mi precario amárico entre los locales. A mí lo que me sorprendió fue encontrar tanta gente que hablara amárico, porque yo pensaba que en Harar se hablaba sólo oromo, que es esa lengua que tiene casi tantas vocales como el fotolog de Edurne (Beeessiiicooosss!!!!!!). Como ejemplo, un ejemplo:

Etiopia | Gobinoch | Viaje

El oromo es la segunda línea

    A la vuelta de Harar nos paramos en Awash, una ciudad que debe los pocos visitantes que recibe al cercano parque nacional. El autobús nos tiró allí a la una de la tarde. Lo más relevante de la ciudad, como estructura, es la estación de tren, ya en desuso:

Etipopia | Gobinoch | Viaje

    Como veis, el aire era de cierta desolación y definitiva tristeza. Pero allí, justo al lado de la estación, está el Bouffet Aouach, que en la ciudad llaman “El bouffet de la madam”, que es un hotel, abierto en 1904 por franceses, regentado después por una pareja griega en el que se paraba el emperador a comer cuando iba en tren a Djibouti. El señor griego se murió, y la leyenda cuenta que su mujer, Madam Kiki, seguía hasta hace pocos años viviendo en el hotel. Cuando nosotros llegamos, el hotel estaba desierto, y así pudimos dormir en las habitaciones presidenciales donde durmió el mismo Haile Selassie. Todo muy Tomates Verdes Fritos.

Y después de esta breve parada, de nuevo al transport, esta vez normal (estándar abeshá), para llegar a Addis Abeba solamente cinco horas y tres trasbordos después. Sólo os digo que, una vez en casa, encontré plumas de gallina hasta en la bolsa de la ropa interior que iba DENTRO de la mochila.

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Jun 09

NOMINADOS

    Cuando conocí al pequeño Y. hace tres años, se llamaba Ybakal, que quiere decir algo así como “es bastante” o “tengo bastante”. Se ve que su madre pensaba que, con cuatro hijos aportados, había cumplido con creces su deber cívico para con la sociedad como dadora de vida, y expresaba con ese nombre su deseo de ser relevada de esta función. Se ve también que el día de sus oraciones estaba de guardia San Josemaría Escrivá, por lo que, a día de hoy, el pequeño Ybakal es el cuarto de seis hermanos que sobreviven como buenamente saben y pueden.

    Cuando Ybakal llegó a nuestro centro decidió cambiar de vida. Y comenzó por el nombre. Ahora se llama Ybeltal, que suena casi igual y quiere decir “el mejor”. No se acuerda que yo lo conocí cuando todavía se llamaba Ybakal, y está convencido de que todos creemos que, después de parirlo, su madre decidió que era lo mejor que le había pasado jamás y le dio un nombre acorde con su valía personal.

    Ybeltal no es el único que ha cambiado de nombre. El pequeño Yared (nombre de profeta) se llamaba Taschekeg (diste problemas). Ahora, como digo, sigue la estela del profetismo nominal, tratando de olvidar lo que probablemente fue un parto infernal para su madre.

    Al orfanato de la Doctora llegó hace algún tiempo Selasebeum (porque no lo pensé). Esa misma tarde figuraba en los papeles como Philipos (Felipe). A Tewalegn (le dije que no me tocara) no nos hemos atrevido a cambiarle el nombre, pero hubiéramos debido animar a su madre a hacerlo en cuanto llegó. Sólo que estábamos demasiado ocupados curándole su malaria de gueter y su pulmonía.

    El pequeño Hulumayew tiene un nombre precioso: he visto todo. Su madre tiene un raro sentido del humor. Además de graciosa, la madre de Hulumayew es ciega.

    Entre los cuatrocientos niños que componen la Santa Infancia, el nombre más popular, con ocho adeptos, es riqueza y sus derivados (rico, mi riqueza, su riqueza). Estamos petados de Haftes y Haftamus (o Habtes y Habtamus, que cada quien lo escribe como le sale del interior). Hasta una Hafta tenemos, y eso que es un nombre que no suele verse en niñas. Entre el sector femenino, gana por goleada Tiggist (paciencia), seguida de cerca por Abeba (flor) que, a decir verdad, son nombres que no denotan un gran alarde de imaginación. A mí, particularmente, el nombre que más me gusta es Tesfalem (la esperanza del mundo). Me parece todo un augurio. Una lástima que a nuestro Tesfalem todo el mundo lo llame Abiti, que es un diminutivo cariñoso que se usa mucho para los niños pequeños, y al que responden indistintamente todos los niños menores de diez años.

    La riqueza nominal etíope, como puede intuirse, es amplia como la vida misma. De hecho, les cuesta concebir un nombre sin significado. Tanto es así, que la Santa Infancia suele modificar los nombres de los frenjis que conoce para darles su correcto significado. Yo, por ejemplo, tengo un nombre completamente normal, con su onomástica y todo. Todo el mundo tiene una tía que se llama como yo. La Santa Infancia, ya desde un primer momento, acortaba una de las vocales del nombre. La palabra resultante quiere decir “ella fue olvidada” o, con una levísima variación en una de las vocales, “dejad que ella olvide”. De hecho, al principio, me consideraban una persona bastante desgraciada y solitaria, y hubo quién me preguntó por qué yo tenía un nombre abeshá en vez de uno frenji.

    Han elaborado todo tipo de teorías sobre mi nombre, resultando la más plausible la que cuenta que yo he acabado aquí cuidando niños porque todo el mundo se había olvidado de mí en mi ciudad natal. No me he atrevido a contradecirlos.

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