Esta semana tenemos dos niñas poseídas. Por el demonio, se entiende. Z. (16 años) está convencida desde hace un par de meses de que su padre le ha enviado una maldición. Concretamente, asegura que se le aparece un gato enorme en algún momento entre la vigilia y el sueño. Y que no puede parar de beber café. No me ha quedado muy clara la vinculación entre el gato y el café. Por suerte, de momento el gato no le habla (yo es lo primero que le pregunté). Sólo la mira fijamente. El café tampoco le habla, pero no hace más que beber café, y luego dice que el gato no le deja dormir. No te jode. No se lo he dicho, pero dudo mucho que el papá de Z. piense tanto en ella como para enviarle una maldición. Contando con que papá y mamá se piraron hace ya dos años, abandonando a sus dos hijos mayores, y no han dado apenas señales de vida… mucho me extraña que el gato venga de ahí.
Z. decidió que la maldición se debe a que es pecadora. Y quién no, querida, y quién no. Y así dejó de venir una semana. En nuestro centro, los niños mayores trabajan una hora cada día, y les damos un sueldo el sábado para llevar a casa. Cuando Z. vino al final de la semana, le pregunté por qué no había venido ni a estudiar ni a trabajar. Me dijo que había estado haciendo penitencia para ver si se sacaba la maldición de encima. Concretamente, había estado ayudando en la excavación de un manantial de aguas benditas. Me pareció una excusa tan original que le pagué el sueldo entero. Y le dí un frasco para que me trajera un poco de agua bendita, a ver si me ayudaba con lo mío (así, en general). Le iba a dar una botella de Coca Cola vacía, pero me explicó algo que no acabé de entender acerca de gente que fuma y luego con esa misma boca los poca vergüenza beben Coca Cola, y que como aquí los envases son retornables, pues que no puedes meter el agua bendita en una botella de la que ha bebido alguien que ha fumado. O algo así. Me dijo que, una vez encontradas las aguas benditas (escena que yo imagino como el pozo de petróleo de Gigantes), se bañó y se lavó y le aplicaron todo el kit de sanación mental. Pero que el gato sigue allí. Con dos cojones.
M. (trece años) sacó malas notas en el cole, y hace tres días Satán la invadió, y me da que voy a tener que ir a rescatarla a las aguas benditas, porque desde que empezó a echar escupitajos como un aspersor de jardín, no la hemos vuelto a ver.
Lo de las posesiones, como ya he comentado en alguna ocasión, es bastante común en Etiopía. La iglesia ortodoxa cree ciegamente que, en un momento dado, Satán se puede apoderar de tu cuerpo. Como ya expliqué, yo creo que, sencillamente, los etíopes cuando se ponen a actuar, deciden ir a por el Óscar. Hablando en serio, supongo que es el modo que han adquirido culturalmente para expresar las crisis nerviosas. En España posteas en tu muro del Facebook “de los nervios estoy”, y en Etiopía te tiras al suelo y empiezas a berrear que ves a Satán con prístina claridad en cada esquina de la habitación. Esto lo acompañas con convulsiones y rigidez de miembros, lo sirves en caliente con los ojos en blanco, y lo riegas con toda la saliva que puedas. Invita la casa.
Y si las posesiones están a la orden del día, igualmente populares son los exorcismos. Te tumban en el suelo de la iglesia y te empiezan a echar agua bendita por encima. Si estás verdaderamente fatal, además te ponen encima la cruz principal, que es una cruz de oro que tienen en todas las iglesias. Y tú, si estás bien metida en el papel, gritas como la posesa que eres hasta que finalmente te sacan el demonio y te quedas relajada y feliz. Eso, si cuentas con un entorno de amigos y familia organizado. Si no, pueden probar la versión casera del mismo tema, en la que, sobre la marcha, te berrean pasajes de la Biblia al oído, te empapan con agua bendita de emergencia y chillan contigo hasta que se te pasa el sofocón, sin salir de casa.
Yo, entre los exorcismos para los nervios, y la ablación del clítoris para prevenir la histeria, como ustedes comprenderán, intento mostrar una conducta lo más normal posible y pasar desapercibida, que nunca sabes cuándo se te aparecerá el gato… ni los métodos asertivos que aplicará el cura de turno para espantarlo.
Hoy me has dejado sin palabras. Gracias
Gracias por el rato tan bueno que me has hecho pasar con esta entrada, todavía estoy riéndome.
Hacia días que no paseaba por los blogs… asins que me acabo de pegar una pechá de leer el tuyo que no veas.
Jo, que ganas de que nos cuentes todas estas historias en vivo y en directo.
Cuídate y vueeeeeeeeeeeeeeeeeeelve pronto