A todas esas familias que hoy:
. habéis decidido salir los dos, porque no le veis ningún sentido a estar encerrados juntos y no poder salir juntos y/o no queríais perderos el momento en que el primer rayo de sol le daba en la cara a vuestros churumbeles
. os habéis mantenido impertérritos en vuestro plan de zona verde común, a pesar de llegar allí y ver que parecía Port Aventura, sin ni siquiera valorar modificar el itinerario o interrumpir el paseo para salir más tarde o, incluso, salir mañana.
. os habéis emocionado tanto al ver a vuestros hijos tan emocionados que habéis perdido el reflejo de agarrarlos cuando se han acercado a otros niños, o el reflejo de decirles a los abuelos que no pueden bajar a la calle a verlos, o el reflejo de evitar tertulias con otros papis de la escuela, y saludarse únicamente al pasar.
Deciros, en primer lugar, que respeto todas y cada una de las opciones y decisiones tomadas, entiendo, de manera responsable. Muchos no le habéis visto sentido a la Orden de Sanidad y habéis optado por la desobediencia civil y pacífica que, a mi parecer, puede ser hasta positiva.
Dicho lo cual, algunas consideraciones, siempre avanzando en este ejercer vuestra recién encontrada protesta social:
1. Espero, de verdad, que seáis igual de determinados, conscientes y responsables en el combatir otras muchas injusticias que vivimos a diario (antes y dentro de la pandemia), igual de reticentes a adoptar medidas sólo porque lo dice el partido de turno, igual de valientes a la hora de luchar, en general, por vuestros derechos fundamentales, incurriendo, como habéis hecho hoy, incluso, en la ilegalidad. Igual de activos en el no conformarse con las soluciones brindadas por los expertos de turno. No estáis solos. Hay gente que ya está allí. A lo mejor con motivaciones distintas de las de no poder separarte ni media hora de tus cachorros, pero bueno, un poco la motivación es lo de menos. Cuando el estado te avasalla con algo que tú entiendes como injusto (los desahucios, el rescate a los bancos, los recortes sanitarios o tener que hacer turnos para salir a pasear), HAY QUE LUCHAR. No sientas, de verdad, que tu motivación es menor. Por algo se empieza.
2. Entiende, también, que hay quien pueda interpretar tu desobediencia civil como un chorreo en toda regla, un “damos la mano y nos cogen el brazo”, un “en este país cada quien hace lo que le sale de los webs”. No digo que sea un razonamiento correcto, digo que, seguramente, habrá quién traducirá la aglomeración vivida hoy de once a doce de la mañana en este sentido. Cosas más raras hemos visto. Asume, también, que tu incursión en la ilegalidad puede no haber hecho más que empezar, porque habrá quien use esa argumentación para recular en el alivio del confinamiento, y eso te obligue a seguir desobedeciendo ulteriormente. Recuerda que siempre puedes quejarte de este pollo sin cabeza en que se ha convertido la salida de la pandemia. Culpa del coletas. O de que todavía no nos toca salir. Vete a saber.
3. Me encanta, además, lo positivos que sois. “Tenemos que volver a vivir YA”. Está bien tomar el control sobre la propia vida, en estos momentos en que hay gente que ha perdido el control sobre la propia muerte. Por ellos, tenemos que seguir adelante. Además, los 378 muertos de ayer hacen que los 300 de hoy parezcan poquitos. Si los comparamos con los quinientos diarios de hace solo una semana, todavía parecen menos. Si llegáramos a los 193, decididamente querría decir que está todo bajo control. Uy, me he liado de número. Esos son los muertos en los atentados de 2004, que cambiaron para siempre la Historia de nuestro país, y que nos pareció una masacre atroz, cruel e injusta. Una cosa positiva de la pandemia: los muertos, puestos en contexto estadístico, nos pueden dar hasta motivos para el optimismo Mola. Como son tantos, no hay nadie que haya indagado en las vidas y afectos de todos y cada uno de ellos (nos quedaría una galería fotográfica que no hay servidor de periódico que pueda soportar), y, como son todos abuelitos, pues tampoco es como si fueran como nosotros. Son como nosotros dentro de siglos y siglos.
4. Espero, sinceramente, que podáis entender que a esta misma conclusión que vosotros habéis llegado hoy (“esto ya no hay quien lo aguante”), también llegaron aquellos vecinos que fueron denunciados por saltarse el confinamiento. Como digo, la motivación es lo de menos, lo importante es ver la luz. Ahora que tú has tenido que decidir entre seguir tu corazón o perderte el paseo de tus hijos, espero que entiendas a quien tuvo que elegir entre salir de casa con su hijo de tres años o dejarlo solo en esa misma casa mientras iba a comprar, a la jubilada que de repente se angustió porque nadie le iba a dar de comer a los gatos que atendía ella en un solar de al lado de su casa, o a quien a la vuelta del trabajo entró a comprar sólo dos cosas en el súper, concretamente colorante alimentario y sal, pensando que la pasta de sal coloradita les distraerá a sus hijos del miedo que se vive en casa, y sin esperarse las miradas de reproche porque estaba comprando sólo colorante alimentario y sal. Ya ves tú si no podía esperar a la semana que viene para comprar dos chorradas. Espero, con todo mi corazón, que el ejercicio de la desobediencia social, de alguna manera, os conduzca a la tolerancia hacia esas personas que desobedecieron antes, y entendáis que muchas normas se quedan estrechas para determinadas situaciones de primera necesidad, como es el primer paseo de vuestros hijos después de un mes en casa. Un paseo que tardará un día entero en volver a repetirse. Imposible perdérselo. En pareja, como todo lo bonito que os ha pasado. Di que sí.
Por lo demás, espero que hayáis disfrutado del paseo. Por cierto, a las tres de la tarde, el mismo sol y nadie por la calle.
PD. Yo no te digo ni que sí ni que no… sólo digo que en estos tiempos, el balance entre lo que dice la Ley que hay que hacer, lo que crees que puedes hacer sin perjudicar a nadie, lo que necesitas hacer, lo que tus hijos necesitan hacer, lo que los profesionales sanitarios necesitan que hagas, lo que las muertes de miles de personas te sugieren hacer, lo que el gobierno manda que hagas, lo que debes hacer, lo que puedes hacer, y lo que te apetece hacer es súper complicado. Para todos.
Vivo en el campo. Aquí no hay aglomeraciones. Por eso me cuesta creer lo que estoy leyendo que pasó ayer en las ciudades. No me imagino que hubiera pasado si no se hubieran puesto multas y leyes para que nadie se saltara la cuarentena. No se como hubiéramos parado al bicho.