Las familias adoptivas que viven en el extranjero –al menos de lo que percibo yo- tardan varios años en ponerse a buscar orígenes. La lejanía física y todas las dificultades de emprender una búsqueda en un país que no es el tuyo actúan como excusas válidas que permiten retrasar el momento sin grandes cargos de conciencia. En muchos casos, deciden esperar a que sea el propio niño o niña quien inicie la búsqueda por su cuenta.
Como muchas otras cosas, esto tampoco me sirve a mí. Viviendo en el mismo país, sabes que cuánto más tiempo pasa, más difícil será buscar. Además, yo tengo experiencias y recursos que mi hija tardará décadas en adquirir.
Habrá gente que me diga que ya estoy tardando en volver al mítico Gondar a buscar los orígenes de mi vástaga. Que, en mi misma situación, ellos ya lo habrían hecho. No conozco a nadie que, en mi misma situación, lo haya hecho. La mayoría de las familias que conozco optan por esperar a que el niño/a/os/as sea grande y así emprender la búsqueda juntos.
Por el momento, lo único que hice fue diseminar mi número de teléfono en Gondar, dejando instrucciones en todos los sitios que habían conocido a la Nena de que, si alguien llegaba preguntando por ella, le dieran sin dudarlo mi número de teléfono. Me consuela pensar que, en este momento, es más fácil para la madre biológica de la Nena encontrarme a mí que encontrarla yo a ella. Ella podría hacerlo en una tarde.
Comenté todos estos pormenores con nuestra señora E., una señora de campo que trabaja con nosotros.
_ Ella no te buscará jamás- afirmó
_ ¿Por qué estás tan segura?
_ En el campo nos dicen que, si abandonamos a nuestros hijos, luego no podemos bascarlos. Dicen que es delito y que nos meterán en la cárcel.
Como ustedes habrán notado, primera persona del plural. Se lo hago notar. Me dice que, cuando nació su segunda hija, estaba sola y enferma. Al final, le faltó (o le sobró) el valor para abandonarla.
Y en esta confusión de vidas vinculadas por azar, por amor y por miseria, alguien tendrá que mover ficha por fuerza. Y me da que la única que puede hacerlo soy yo. Mi círculo personal de asesoras de la Santa Infancia no se pone de acuerdo. Algunas dicen que la madre de mi hija no merece nada, visto que la abandonó. La teoría se desmonta por si sola. Ni siquiera ellas pueden imaginar (todavía) la desesperación que envuelve a muchas mujeres. Otra opinan que me crearé un parásito de por vida, que se lanzará a pedir dinero y que la Nena se me deprimirá toda. Pero la verdad es que hablamos de una persona a la que no conocemos, que ni siquiera sabemos si está viva o no, y que puede ser que ni siquiera tenga la capacidad para pedir.
Y, como un invitado invisible, el miedo. El miedo de vincularte de por vida a alguien, el miedo a cargar a la Nena con algo que puede ser que no quiera, el miedo a decidir algo que, a lo mejor, debería decidir ella. Pero puede ser que, si no me muevo, ni siquiera tenga nada sobre lo que decidir.
Deshojando la margarita, se pasan los días.
Suerte para que la decisión que tomes sea la más acertada.
Intuyo que la decisión ya la tienes tomada. Suerte! Yo no he podido encontrar nada y cada día me pesa más no tener ninguna historia que ofrecer.
Ya has hecho más entregando tu nº de móvil en Gondar que muchas familias que conozco…
Ya ves que cada historia es un mundo (mira la nuestra!) y hasta que no conozcas la historia completa de tu Nena, la cabeza seguirá dando vueltas. Puede que sea dentro de unos meses o puede que sea más tarde, pero lo conseguirás.
Yo busqué a la madre de mi hija a los cinco meses de encontrarnos, y nunca me arrepentiré. A medida que ella va creciendo, y su razonamiento – y sus sentimientos – son más complejos, poder asegurarle, con pruebas, con imágenes de las dos juntas, que las dos la queremos, que su madre no la abandonó, que nos puede querer a ambas sin conflictos de lealtades, es un auténtico tesoro. Las dos madres formamos parte de su vida, y me alegra haberlas podido ensamblar. Nuestra relación, por ahora, es de un contacto puntual mediante mail, que ha tenido sus dificultades. Pero sé que si hubiera esperado a buscar, jamás la habría encontrado. Y no imaginas cuántas veces me ha alegrado tener respuestas para mi hija cuando ha empezado a preguntar, a inquietarse, a plantearse. Mientras son pequeñas, y su mundo también pequeño, es fácil, pero siguen siendo niños cuando sus cuestiones se hacen más complejas – y yo agradezco haber tenido respuestas y verdad.
Por si te sirve de algo mi experiencia: Yo busqué a la familia bio de mi hija antes de que ella hiciera el año en casa. La situación es diferente ya que mi hija era «mayor» (6 años ) y demandaba saber donde estaban sus padres y sus hermanos (aunque era huérfana en los papeles, en fin…) Tengo la suerte de tener amigos etíopes que me ayudaron a buscar, y, cuando uno de ellos viajó, fue treméndamente fácil encontrarlos. Al principio manteníamos un contacto fluido, ahora (5 años después) a mi hija no le apetece así que el contacto lo mantengo yo. La diferencia contigo es que yo vivo a muchos kilómetros y tu está allí… mi hija pudo «romper» el contacto solo con no ponerse al teléfono… normalmente llamo yo de vez en cuando para interesarme por ellos, les mando fotografías… etc…
Con respecto al tema económico que siempre genera mucha controversia…. yo en un principio decidí no interferir en este tema (aunque me lo pidieran) la verdad es que nunca me lo pidieron, aunque al final ocurrió (mas que nada por el relato de las condiciones de vida que me hacen mis amigos). Mi apoyo económico supuestamente es al hermano bio de mi hija, yo sólo envío dinero una vez al año y «supuestamente» (de nuevo) se usa para la educación de este niño: material escolar, uniforme…. (que dicho sea de paso es menor que mi hija pero «se lo quedaron» por ser el varón, al hilo de otro post tuyo), yo tengo la suerte de que de vez en cuando algún amigo que viaja los visita.
Lo próximo supongo que será un viaje cuando mi hija se sienta preparada y quiera ir. De momento se conforma con ver fotos de vez en cuando.
Mucha suerte con tu decisión, cada familia y cada experiencia es un mundo, te encontraras con múltiples opiniones acerca de todo esto… pero, a mi entender, debes hacer lo que te dicte tu corazón en cada momento (sin olvidar la razón , of course)
Tienes mi mail por si quieres preguntarme lo que sea, aunque seguro que tu sabes mucho más que yo del tema.
Un abrazo.
Yo sí conozco familias que han buscado inmediatamente, en el mismo viaje de encuentro con sus hijos, aunque no lo hicieron por motivos de «orígenes» sino porque no se fiaban de la información que les daban las agencias de adopción. En muchos casos descubrieron que, efectivamente, los datos no eran veraces.
Yo no busqué exactamente, más bien la información vino a encontrarme a mí: pero lo hice también mucho antes de que mi hijo pudiera tomar ninguna decisión ni yo le preguntara al respecto. A mí me parece que es cargar mucha responsabilidad sobre sus hombros hacerles decidir cosas tan importantes a ciertas edades…
Suerte en lo que decidas, aunque yo también creo que lo tienes más que decidido…
Yo he buscado, he tardado 2 años en hacerlo desde que llegó mi hijo, me planteé si era lo que debía hacer, le di vueltas y más vueltas y por fin tomé la decisión. Hoy creo que es la decisión correcta, tengo fotos y alguna información valiosa que dar a mi hijo sobre su madre biológica, que, de otro modo, si hubiese esperado a que el decidiera, podría no tener.
Ojalá pudiera encontrar algo para mi otro hijo, del que no tengo por donde empezar. Creo que duele mucho más no tener nada.
Mucha suerte
Qué reflejada me he sentido en tus palabras, en tus dudas…..
Mi hija, al igual q la de Reyes, es «mayor» pero de momento a la pregunta de si le gustaría que intentaramos buscar a su familia, dice que cuando sea «una chica mayor» iremos a Etiopía …. Claro q también dice q nos llevará ella junto a su familia y sus amig@s, porque se acuerda de donde es.
Por una parte, pienso q si ella aún no tiene la inquietud quien soy yo para hacer otra cosa, por otra creo q ahora, con los datos q tenemos sería relativamente fácil encontrarlos y q si esperamos años quizás sea tarde, y para rematarlo la trabajadora social me dijo q lo veía muy pronto, pero q si los buscaba ahora no le enseñara ni le dijera nada a mi hija hasta q ella lo pidiera…..lo cual no me convence.
Total q sigo hecha un lío…..
Es una maravilla leerte Cactus! Gracias x compartir tanto!
Pues yo también conozco a bastantes familias que han establecido contacto, hay en Etiopía alguna persona que se ha prestado a hacer las gestiones, aunque sé que ha tenido problemas con algunas autoridades locales por considerar que estaba haciéndoles un trabajo de «detective» que no le correspondía, y tu mejor que nadie sabes como se las gastan y la mentalidad allí… Yo misma en mi último viaje pude contactar con un par de ellas porque me lo pidieron los interesados. En todos los casos hasta donde yo se, el resultado es positivo. Algunos optan por ayudar económicamente, algo que es muy controvertido, pero cuando ves con tus ojos ciertas situaciones… Pues yo también lo haría, la verdad. En fin, yo desde luego animo a que si, a que nadie deje pasar esa oportunidad de llenar de realismo ciertos » agujeros negros» en la historia de la vida de sus hijos, a largo plazo me parece un imprescindible.
Nosotros tenemos dos hijos etíopes y en ambos casos hemos contactado con la familia biológica al poco tiempo de traerlos, y estamos muy contentos con esta decisión. Es un intercambio de información para ambas partes; allí están felices y tranquilos al saber que los niños están bien, y aquí vamos consiguiendo piezas de un puzzle triste, complicado, para completar su historia. Son historias muy diferentes (en un caso fallecimiento y en otro, abandono), pero gracias a la investigación hemos sabido que tienen allí hermanos biológicos. Nuestros hijos muestran poco interés por ahora por saber sobre su familia de origen, pero nos imaginamos que en el futuro sí querrán saber, y que les gustará que sus padres hayan hecho todo lo posible por mantener el contacto. Creo que hay que quitarse los miedos porque lo que se encuentra es nada más y nada menos que la realidad.