AFICIONES FRENJIS
Hace algunos días tuve que llevar a Z. al médico con un pie roto. La enfermera que nos hizo la card fue la primera en abrir el fuego:
_ ¿La frenji te ha atropellado con el coche?
Para mí es ya una pregunta común. Para Z., no. Me miró algo confuso y sólo acertó a responder:
_ No, ella no sabe conducir.
La madre de Z., que también venía con nosotros, se apresuró a explicar que a Z. le había roto el pie de una pedrada un señor que lo vio hurgando en su basura.
_ ¿Un frenji?
_ No, un abeshá.
La misma escena se repitió con el doctor, que empezó a hacer un montón de preguntas sobre las circunstancias del accidente, después de indicarnos que tanto la madre como yo teníamos que estar calladas, y que era el niño quien debía responder. A Z. tanta pregunta le mosqueó bastante, y en un cierto punto se volvió hacia mí y me preguntó:
_ ¿Qué tengo que decir?
A lo que yo respondí:
_ La verdad, Z., la verdad – mientras pensaba “que me veo jugando al mus con Teddy Afro”. Pero esto no lo dije. Por no dar ideas.
El caso es que no es la primera vez que me pasa. Siempre que llevo un niño al médico con un hueso roto, me acaban preguntando si lo he atropellado con el coche. La posibilidad de que esté ayudándolo o de que se haya caído en mi patio de recreo y esté simplemente cumpliendo con mi responsabilidad civil se ve que les parece bastante remota.
A la Santa Infancia todos los años la atropellan. Dado que tenemos cuatrocientos niños, por estadística, un par de atropellos al año los sufrimos, con consecuencias que van desde los simples rasguños hasta las operaciones de emergencia en el Black Lion. Hasta ahora (toco madera), todos los conductores han sido abeshás. Ninguno se ha dado a la fuga, eso sí.
Entre los variados tópicos asociados a los frenjis, están:
- 1. Todos los frenjis tienen coche
- 2. Todos los frenjis conducen
- 3. Todos los frenjis conducen fatal
Y el atropello es sólo uno de los hobbies que se nos atribuyen a los frenjis. Los otros son violar niños y robarlos de sus casas. Junto o separado. Y sí, es verdad, el abuso a menores, sobre todo en las clases más bajas, es mucho más frecuente de lo que nadie imaginamos. Pero los abusadores no son frenjis. Son sus padres, sus padrastros, sus tíos, sus vecinos, los macarras de su barrio, sus hermanos alcohólicos… Y a lo mejor es verdad que están empezando a darse irregularidades en las adopciones (como se puede imaginar, no tengo ninguna certeza de esto), lo mismo que también es evidente que, a partir de los ocho-nueve años, muchas familias meten a sus hijas como esclavas domésticas en otras casas… abeshás.
En fin, peor lo tienen los jamaicanos, que la gente está convencida de que secuestran niños para sacarles el corazón y los riñones y venderlos. Venderlos a los frenjis, se entiende.
A veces, da gusto vivir aquí.