A pesar de que en Etiopía sólo se distingue entre la estación de lluvias y la seca, todo tiene su tiempo (y lugar, supongo). Así, te das cuenta de que el año va pasando porque cambias de las naranjas y los plátanos, al mango y la papaya. Luego viene el maíz y los aguacates, y vuelta a empezar.
Yo, además de por la comida, me doy cuenta por los juegos. Y me acuerdo de cuando yo era niña, que teníamos el mes de las calcas, y todo el mundo jugaba a calcas hasta que nos despellejábamos las palmas de las manos. Luego nos daba por las cocinillas, y no sabíamos hacer otra cosa, aparte de ensaladas de piñas y hojas. Después, venía un mes de saltar como posesas a la goma y más tarde de hacer el pino puente, hasta que alguien volvía a traer las calcas al colegio y nos parecía que nunca habíamos jugado a nada tan divertido.
Yo siempre pensé que esto era debido a que éramos niñas sin mucha personalidad. De hecho, la mayoría nos vestimos actualmente entre el H&M, el Zara-pastrosa y el Extraordinarious. Alguna outsider se viste también en el Decathlon (no querría dejarme a nadie fuera).
Sin embargo, veo que la Santa Infancia presenta la misma ausencia de criterio lúdico. Las niñas acaban de superar mes y medio de saltar a la goma sin goma (suelen hacerlo con cuerdas viejas o con la cinta que viene dentro de los vídeos y los casetes). Los niños están reviviendo tras seis semanas de jugar a la petanca en sus diversas variantes (con piedras, con discos de plástico, con bolas hechas de calcetines… habrían hecho las delicias de cualquier hogar del jubilado). Desde hace algunos días, un tiempo nuevo ha comenzado: el de las cuádrigas.
La cosa funciona así: un niño se pone en cuclillas, con sendas botellas de plástico vacías y aplastadas debajo de los pies, para resbalar mejor. Otros dos lo empujan, uno de cada mano, a lo largo de todo el porche a la máxima velocidad posible. Y ya.
El juego es bastante simple (no es el Stratego, vaya), pero mola un montón. Después de una semana con la versión básica, ahora están experimentando con nuevas variantes: con un sólo pie, deslizándose sobre la tripa, utilizando cuerdas en vez de sólo los brazos para impulsarse… Es un poco como el esquí acuático, pero de porche. Yo he probado algunas veces (todas las que pude antes de que los seveñás empezaran a mirarme raro, dando a entender que ya no estoy en edad de hacer esas cosas) y es un juego genial.
Como todos los juegos de la Santa Infancia, esta versión africana de Ben-Hur (de verdad, que tenemos un tráfico que es imposible caminar tranquilamente), tiene siempre su punto de misterio: ¿quién será el primero en desencajarse un hombro? A mí, particularmente, me encantaría que la Santa Infancia jugara sólo al ajedrez. Piénsese que servidora acompañó al hospital a todos los que se abrieron la cabeza con piedras de petanca mal tiradas, a la que se rompió el brazo en la época de “queremos ser cheerleaders”, a dos que se metieron canicas en los oídos y luego no había Dios que se las sacara, y a Y., que se rompió la clavícula jugando al Circo del Sol.
Eso sí, nunca habíamos tenido el porche tan limpio. Y, oye, que a lo mejor esta vez no se les rompe nada.
Dios, que vuelvan pronto las chapas.
Qué ingeniosos!!. Me recuerdan a los chavales de mi barrio en los que no creían los Reyes Magos.
Por cierto, al chaval del pañuelo en la cabeza ¿le gustan las pelis de aviones japoneses? Mejor ponle Mamma Mía.
gracias por acordarte de mi, aunque solo sea para criticar.
bsins
Son etíopes y su hallazgo no dejará de ser una extravagancia.
Pero si ese juego se les hubiera ocurrido a los ingleses… en 20 años tenemos las cuádrigas en las olimpiadas de verano. O en las de invierno. Cualquier estación es buena.
Venga, Reina, que seguro que tienen un detalle y no se rompen nada… o como mucho algún bujero en el pantalon.
La verdad es que el juego tiene unas pintas estupendas.
El juego tiene que ser la leche, y al menos le echan imaginación. No como los niños de aquí, que tienen tantos juguetes que se aburren y no saben jugar.
Me recuerda a los juegos que inventábamos en mi pueblo, y sí, tienes razón. Raro fue el que no se rompió algo, o volvió a su casa con tremenda brecha en la frente… Así es que Diós te pille confesada, porque creo que tu periplo por los hospitales va a ser un no parar.
Suerte y que os sea leve.
Pero si yo jugaba a eso con mis primos, pero en vez de botellas usabamos los bidones de las maquinas de agua mineral…. y si nos partimos la boca y otras cosas muchisimas veces jejeje (y espera a que descubran que pueden ir «enganchados» mas de uno formando un tren…) que pena que los niños de hoy no tengan tanta inventiva… ahora que yo prefiero que mi hija juegue a cosas mas tranquilitas que no s eme da tan bien como a ti el ir de hospitales….y eso que a los que a tu vas son canela fina.
Por cierto, me llamo Reyes y te seguimos primero yo y después mi hija desde casi el principio desde Sevilla, a ella le encanta que le cuente (aun no lee sola, le queda poco) las cosas que hacen TUS niños, mucho ánimo para bregar con la Santa Infancia! no he escrito nunca pero al ver nuestro juego igualito… pues me he animado.
besos
Reyes e Inés Wubedil
Ánimos! Que buenos tus posts! Y sobretodo que buena la Santa Infancia.
Te dejo unos micropoemas de Ajo:
1
Qué ganas me dieron anoche
de desenchufar la luna
y salir corriendo a la calle
para quejarme a oscuras.
2
Desordenado la felicidad
me encontré la vida.
3 (se lo cuentas a la Santa Infancia)
Te voy a tener que matar
no me queda otro remedio
el día menos pensado
te encuentran cosido a besos
xavi