APUNTES DE CONDUCTA
La Santa Infancia, como espero se deduzca de este blog, es un colectivo intrincado y apasionante. Casi tanto como las Juanis españolas. A esta Santa Infancia también la observo con pasión, y hoy os ofrezco un elenco de cosillas curiosonas que hace la Santa Infancia:
. Escupitajo y se acabó: La Santa Infancia, como ya he comentado alguna vez, se ducha semanalmente. No es la frecuencia más idónea, pero es lo que hay por el momento. En el modo de lavarse se parecen bastante a las demás personas del mundo mundial, salvo que se rascan todas las partes del cuerpo con las uñas porque, duchándote una vez a la semana, la roña está bastante enquistá y cuesta sacársela. Lo llamativo es que, antes de vestirse, lo último que hacen es escupir. Es extraño, porque normalmente sólo escupen cuando algo les da asquito. Y cuando acaban de ducharse. Y allí entro yo, rauda y veloz, con la fregona, recogiendo japos. Por algo fui a universidad de pago.
. La boca, ese gran contenedor. Muchos de los vestidos de la Santa Infancia carecen de bolsillos. Y de botones. Y de cremalleras. Y de dobladillos. Pero de esto hablaremos otro día. El caso es que, como no llevan bolsillos, si tienen que guardarse algo importante, como una moneda, pues no saben muy bien qué hacer. Lo más lógico sería en los calcetines. Pero tampoco tienen calcetines. Y entonces se lo meten en la boca. Como digo, no para chuparla (la moneda), sino para guardársela. Pueden pasar varias horas con ella en la boca. ¿Las lombrices? Hija, vienen de París.
. La pandilla basura. La Santa Infancia nunca da nada por inútil. Nunca tiran nada a la basura. Todo puede servir para algo. Una suela de zapato, un boli roto, un vaso descascarillado… Nunca sabes para qué te va a servir. Y ya no es que no tiren nada, es que lo recogen todo. La verdad, es un coñazo, porque te pasas la vida remetiendo mierdas en las papeleras, que luego la Santa Infancia vuelve a sacar y, cuando se cansan, tiran por ahí para que otro la recoja. El otro día me encontré seis veces en el patio de recreo el mismo zapato roto. Seis veces.
. Aire para respirar. La Santa Infancia es un colectivo muy afectuoso. Esto lo decimos cuando tenemos el día positivo, pero es más realista decir que son un poco agobiantes. De vez en cuando les dan arranques de cariño y te dan unos besos de esos que se quedan cinco minutos con los labios pegados a tu mejilla, haciendo fuerza hasta que se te duermen los carrillos. Lo curioso es que, cuando se despegan, hacen ¡ah!, como si se hubieran bebido una Coca Cola en un anuncio de los ochenta. Es como si cogieran aire y te preguntas si tú también hueles tan mal que tienen que contener la respiración cuando están cerca tuyo.
. Ni medio lleno, ni medio vacío: a rebosar. Cuando la Santa Infancia (y los etíopes en general) llenan un vaso de lo que sea, siempre lo llenan del todo. Hasta el borde y más allá. Resultado: el líquido (agua, café, Mirinda…) siempre, siempre se te cae cuando coges el vaso. Es una costumbre bastante molesta y, en mi humilde parecer, sin demasiado sentido.
Y hasta aquí lo que más me ha llamado la atención de entre todas esas pequeñas cosas que los hacen únicos, vivos y diferentes (y algo raritos). Al menos para mí.