El lunes es mi día favorito de la semana. Es mi día libre. Llevo años intentando institucionalizar la cosa. Y me ha costado muchos “vine, y no estabas”, “yo quería decírtelo el lunes, pero no estabas”, y “el lunes no viniste a trabajar”, dichos con cara de resentimiento, pero yo los lunes me los cojo libres.
O casi.
La señora F. tiene citas en el médico cada mes. Está muriéndose, y en las citas le controlan la velocidad de su deterioro físico. Las citas son en un hospital en la otra punta de la ciudad. Y siempre son en lunes. Yo la llevo en coche, porque ahora no tenemos ni coche de proyecto, ni chófer, ni ná, y luego, con otra señora que la acompaña, vuelven por sus propios medios en taxi que pago yo. También la otra señora la pago yo. Son dos horas y media entre ir y volver a dejarla. Pero es que se está muriendo. Quién le negaría dos horas y media de su tiempo a una persona que se está muriendo. Y, total, a partir de las diez y media de la mañana, sigue siendo mi día libre.
Hasta mediodía. Me llaman. Que hay que ir a hacerse análisis. Que no les basta el dinero que les he dado esta mañana. Que no saben adónde ir a hacerse los análisis. Y entonces voy. Quién le negaría una tarde a una señora que se está muriendo. Sería no tener corazón. Imagínate que se muere llendo en transport a hacerse los análisis.
Y vamos, y hacemos los análisis. Y luego me dicen que no han podido comprar las medicinas que necesita en la farmacia del hospital, y así nos recorremos varias farmacias de la redolada. Otra hora y media.
Cuando acabamos, ya que estamos, la llevo hasta su casa. Se está muriendo. Qué persona sin entrañas dejaría a una moribunda el final del asfalto, en vez de entrarla de nuevo hasta su misma cama.
Y así vuelvo a casa ya de noche. Y, la verdad, no me siento una persona mucho mejor por haber dedicado mi día libre a la moribunda. Lo que sí me siento es cansada, muy cansada. Y la perspectiva de que, de mis cuatro días libres mensuales, le dedicaré a la moribunda la mitad hasta que decida morirse, no me ayuda a descansar mejor.
Decido que, persona despiadada o no, el dinero se inventó para eso. De ahora en adelante, la señora moribunda irá siempre en taxi que pagaré a precio de avión. El precio de mi tiempo libre. El precio de mi conciencia.
Como se muera en el taxi, me da un tabardo.
jajaaja….pues sí, creo que es muy sano darse un descanso de vez en cuando, que nuestro cuerpecito siempre lo agradece.
Y si pasan cosas cuando nos tomamos el descanso, pues es que no podemos tener el control de todo lo que pasa a nuestro alrededor. El cuerpo de la señora F. dirá «basta!» cuando le toque.
Reivindico el derecho a descansar!! Disfruta de tus lunes!!
Un abrazo
Me voy quedando alucinada con cada nuevo post que leo. Ole tus huevos por la vida que has decidido llevar. Merecidisimos descansos que debes darte los lunes,porque de ti dependen muchas personas y tienes que estar al 200% para ellas.