WENE (Tengo)
Tengo.
Tengo una llamada en mitad de la noche. Tengo el aullido herido de tu hermano, que me dice que te has ido.
Tengo su segunda llamada insistente, para avisar al jefe del heder*, decidle que ha muerto una hija de los pobres.
Tengo la mirada alucinada de tus otros hermanos y tus amigas, cuando te llevo de vuelta a casa, metida en una caja, tu cuerpo envuelto en algodón y plástico, siempre plástico, con el amanecer comiéndonos el alma.
Tengo la memoria de las flores que recogieron y compraron para ti la Santa Infancia. Nadie lleva flores a los pobres, dijeron. Para nosotros, nunca lo fuiste.
Tengo la cinta que los mayores pintaron sobre las coronas, que te identificaba, sin lugar a dudas, como una de los nuestros. Se oía por las calles del barrio: “Se murió una niña de House”.
Tengo la mirada perdida de Brother House, sentado en el colchón que te compró para que sufrieras (un poco) menos. Tengo su estupefacción, los proyectos que, a lo largo de los años, construyó para ti. Porque tú sí, tú ibas a conseguirlo. Eras una de las pocas.
Tengo el grito desgarrado de tu madre: “Ven, Zewde, que han venido a verte tu otro padre, tu otra madre y todos tus hermanos”, cuando ayer fuimos a velarte.
Tengo el silencio triste de las mañanas, cuando rezamos por ti, cuando nos damos cuenta de que ya no vendrás más.
Tengo a tu hermana M., que, de repente, ya no sabe cómo vivir sin tenerte cada día a su lado.
Tengo también a G. y a F., que se pasan aquí el día, porque les da miedo tu velatorio. Todavía no han entendido que no volverás a venir con ellos, que su presencia es lo último que nos has dejado.
Tengo las caras exhaustas de tus amigas, que de vez en cuando vienen a descansar. Llevan dos días apostadas en tu casa, cuidando de que nada falte a los que te lloran.
Tengo una oración apenas musitada, ayer, a la puerta de tu casa, todos juntos, los niños de House.
Tengo el cariño de los que sí entienden que la diferencia entre 399 y 400 puede ser brutal. Es brutal. Y que no cabe en ningún formulario.
Tengo la comprensión -inútil, ya- de los que en su momento me criticaron por saltarme reuniones y trainings para llevarte de hospital en hospital.
Tengo un sobre lleno de análisis y pruebas, que leo y releo, buscando en qué me equivoqué, en qué se equivocaron.
Tengo un post escrito hace un mes, hablando del miedo que me daba perderte, que nunca publiqué porque, como te dije, yo no iba a dejar que nada de esto pasara.
Tengo un mar de porqués, de “y si…”.
Tengo palabras vacías, consuelos vanos, tristeza sólida y espesa.
Tengo, tengo, tengo. Y tú,… tú no tienes nada.
Tú estás muerta.
Wene, Zewdiye, wene.
Heder: Asociación tradicional a la que las familias pagan cada mes para poder tener un funeral digno cuando uno de sus miembros fallece.