ENCUENTROS
Una de las cosas más lindas que me han dicho en la vida vino del mítico A. , algunos días después de su vuelta al centro, tras haber pasado más de un año en el gueter. Habíamos estado en total dos años sin vernos, y retomamos nuestras conversaciones sobre vacas, montañas e iglesias ortodoxas. Estábamos inmersos en una de esas charlas en las que él me cuenta su vida en el campo y yo me meo de la risa, porque tiene un modo muy gracioso de explicarlo. De repente, se puso serio:
_ Kaktus, tú… ¿me escuchabas?
_ ¿Cómo que si te escuchaba?
_ Durante este tiempo que yo no he estado, tú, ¿me escuchabas?
_ ¿Y eso?
_ Porque allí, en el campo, cuando rezaba, yo te hablaba
_ A., cuando uno reza habla con Dios, no con las personas
_ Ya, pero yo le decía que te contara todo, que supieras que estaba bien. Tú, ¿Me escuchabas?
Me quedé sin saber muy bien qué contestarle. A lo mejor sí. A lo mejor lo escuché. A lo mejor fue él que me llamó. A lo mejor por eso volví.