DICES
Dices que ya no te quiero. Que hago caso a todos menos a ti. Que quiero a todos menos a ti. Que nunca te hemos entendido. Que nunca te hemos ayudado. Gritas que estás solo. Que no tienes a nadie. Lloras y dices que me odias. Que nos odias a todos.
Y yo me callo. Me callo todas las veces que caíste y te levanté. Me callo la vez que, mientras intentaba que no te mordieras la lengua, me preguntaba cuán profundo podías hundirte sin dejar de vivir. Me callo la vez que te recogí, como a un perro, y te cargué hasta el centro. Me callo que a lo mejor tienes razón, pero no tanta como crees.
Sé que es cuestión de tiempo. Sé que volverás a caer. Que volveré a correr a tu encuentro. O que volverán a traerte a mí. Roto. Desmadejado. Vencido. Y, cuando abras los ojos, cuando te despiertes, estaré otra vez allí. Y entonces, lo sé, volverás a quererme.
A veces, ¿sabes, D.?, a veces me gustaría que pudieras, de verdad, dejar de quererme. Que fueras libre. Que no me necesitaras.