Hoy he leído en el libro de inglés del equivalente a octavo de EGB una curiosa historia. La contaba un niño, y hablaba de su tío, que tenía 24 años, y tenía HIV/AIDS (no sé por qué, pero lo ponen siempre todo junto). El tío -pongamos que se llamaba Abebe-, pobrecillo, se había contagiado del HIV/AIDS a los 22 años. Se había encontrado una jeringa por la calle y, al ir a tirarla a la basura, se había pinchado. A pesar de que la mujer de Abebe es enfermera en un centro de HIV/AIDS, Abebe no le había dado mayor importancia al asunto hasta que, algunos meses más tarde, Abebe se empezó a encontrarse mal y, voilá, tenía HIV/AIDS. Según su sobrino, ahora Abebe es un hombre de provecho que ayuda a los demás enfermos de HIV/AIDS. El sobrino estaba muy orgulloso de su tío Abebe, concluía el texto.
Como veis, según el libro de inglés (nota: es el libro que se usa en todas las escuelas del país), si te contagias de HIV/AIDS a los 22 años, lo más normal es que haya sido porque te hayas encontrado una jeringa en la calle -habida cuenta la gran cantidad de hospitales presentes en el país, te puede pasar en cualquier momento-, la hayas cogido (porque eres bastante tonto) y te hayas pinchado (porque además de tonto, eres cretino, porque mira que es fácil tirar una jeringa a la basura sin pincharse). Además, has tenido la mala malísima suerte de que, a pesar del contacto con el aire, el polvo y la vida, el virus sigue activo en la jeringa, con una carga viral tan impresionantemente alta que ¡zas!, te contagias. Como la vida misma. La posibilidad de que Abebe se fuera de putas y se infectara allí, parece que al sobrino (a la sazón, cursando octavo de EGB), no se le había ocurrido.
Lo que el sobrino no cuenta es lo contenta que se puso su tía la enfermera cuando se enteró de que también estaba infectada de HIV/AIDS. Porque, si su marido -según el sobrino- se enteraba al año siguiente de que se había infectado el día de autos, me dirás tú si para entonces la señora de Abebe no iba de virus hasta las cejas. Bueno, o igual no, igual no le había dado por coger ninguna jeringa y, lógicamente, estaba a salvo. Nunca se sabe. Tal vez la inocencia inmunice; y en tal caso, el sobrino de Abebe podrá coger todas las jeringas que quiera (bañarse en jeringas usadas), porque es un alma de cántaro de las que hacen época.
El texto escrito por el sobrino de Abebe venía completado con algunos consejos para tratar con enfermos de HIV/AIDS. A los enfermos de HIV/AIDS hay que cuidarlos mucho: ayudarlos económicamente, hacerles la comida, lavarlos, leerles cuentos en voz alta, darles de comer… La posibilidad de que un enfermo de HIV/AIDS con el tratamiento apropiado pueda llevar una vida autónoma y valerse por sí mismo no venía en el libro.
En la contraportada del libro está escrito que está financiado por el USAID, con fondos procedentes de una cajita que tenía George Bush para el África (y que ahora supongo que tendrá Obama). Antes el mundo funcionaba así: tú invadías Somalia, y George te pagaba el libro de inglés. Lo comido por lo bebido. Además, el libro estaba redactado en Alabama, con colaboradores etíopes. Alguien tendría que organizar un seminario sobre vías de transmisión del HIV/AIDS a la honrada gente de Alabama.
Curioso el conocimiento de Alabama sobre el VIH. Si lo hubieran hecho para España seguro que se habría infectado recogiendo alguna banderilla de los múltiples toros que pasean por las calles de nuestro pais.