HUESOS DE SANTA (INFANCIA)
En los últimos meses, mi Santa Infancia ha adoptado una curiosa costumbre: romperse huesos en domingo. De lunes a viernes consiguen mantener todo en su sitio, pero el domingo, no sé por qué, parecen incapaces de no accidentarse. Como se entenderá, le he cogido bastante tirria a los domingos. Deberían estar prohibidos.
El pasado domingo acabé en el mítico Black Lion con un fémur roto. El Black Lion, como ya expliqué en su día, es ese sitio al que vas cuando no tienes otro sitio al que ir, y donde aproximadamente cada tres minutos te entran ganas de llorar. Una estampa muy típica son esos niños moribundos que esperan cama en el pasillo de las urgencias pediátricas, que fue, básicamente, el destino que nos asignaron. Decidieron poner la pierna de B. en tracción con el innovador sistema de atar la pierna al banco donde estaba tumbado, con una bolsa de plástico de las baratas con tierra dentro colgando al final de la pierna. Fueron generosos y, además de dejarnos dos bancos, le pusieron cartones debajo a B. para que él y su fémur súper roto estuvieran más cómodos.
En el día y medio que B. ha pasado en el Black Lion hemos visto de todo en ese pasillo. Hubo un momento, cuando ya llevábamos más de doce horas en el banco, en el que yo, B, su madre y su hermana nos limitábamos a mirar a nuestro alrededor con la boca abierta, como los zombis.
Al final, me lo he llevado a un hospital privado que me ha conseguido La Doctora, porque no soportaba dejarlo allí otra noche, y no parecían muy dispuestos a darle una cama en planta. Lleva 24 horas ingresado en el nuevo hospital (donde decidieron que la tracción no era un sistema tan bueno, y le han operado) y ya hemos gastado más de tres mil birr (150 euros, el equivalente al sueldo mensual de una senior nurse con una década de experiencia, trabajando en el sector privado). La pregunta es siempre la misma: ¿qué hacen los que no pueden pagar? Los que no pueden pagar, reina, se mueren.
Selección artificial.